Sir Keir Starmer podría pensar que su coalición electoral es lo suficientemente grande como para resistir un golpe por su política sobre Gaza, pero sus colegas no lo creen.
El partido laborista está involucrado en una serie de controversias, incluyendo acusaciones de antisemitismo y el manejo inadecuado de las cuestiones disciplinarias.
Hay descontento generalizado en el partido debido a la defensa de Starmer de las acciones de Israel y su aparente renuencia a defender los derechos humanos palestinos.
Existe una lucha interna en el partido que podría ser perjudicial o productiva, dependiendo de cómo se maneje.
La determinación de Starmer de alejarse de la sombra de su predecesor no es una mala idea, pero no a cualquier costo.
Conclusión: El estado actual del Partido Laborista es fracturado, con diferentes facciones luchando por el control. Sir Keir Starmer se enfrenta a importantes desafíos para mantener a su partido unido y evitar dañar su base electoral.