Rishi Sunak ha demostrado un liderazgo débil, permitiendo que una pequeña facción de línea dura tenga demasiada influencia en el debate nacional.
El Gobierno ha tratado de tergiversar su intento de deportar a solicitantes de asilo a Kigali, algo que el Tribunal Supremo ha juzgado falso.
La política británica está demostrando un desprecio rutinario por los principios humanitarios y el derecho internacional.
La batalla parlamentaria se retrata como una cuestión de control fronterizo en lugar del reconocimiento de la convención europea de derechos humanos.
La política nacional ha estado marcada por demandas fanáticas de algunos MP conservadores, algo evidente ya desde el referéndum de EU.
La política británica ha tendido hacia la derecha durante más de una década, normalizando opiniones que una vez fueron consideradas extremas.
Conclusión: El primer ministro ha actuado con cobardía frente a estos movimientos, permitiendo a los radicales disfrutar de un acceso injustificado y destructivo a la política británica.