Donald Trump está a punto de garantizar su nominación presidencial del partido republicano por tercera vez, transformando el partido en un medio para la realización de sus ambiciones.
El partido republicano ha dejado de lado sus responsabilidades tradicionales, buscando la elección de un solo individuo a expensas de la integridad, el principio, la política y el patriotismo.
Trump ha mostrado un desprecio hacia la Constitución y el estado de derecho que lo hace no apto para el cargo.
El control que Trump ha tenido sobre el partido republicano indica una falta de líderes que estén dispuestos a hacer frente a su visión sobre el futuro del partido.
El partido ha perdido la capacidad de gobernar efectivamente al renunciar a la disidencia o al debate interno.
Trump ha utilizado la elección primaria para purgar a los disidentes dentro del partido.
El aparente apoyo a Trump plantea enormes riesgos, tanto internos como externos, para los Estados Unidos.
El mandato de Trump refleja el apoyo inquebrantable de sus seguidores, lo que indica la creciente polarización de la política estadounidense.
La falta de resistencia al dominio de Trump convierte al Partido Republicano en una entidad que existe solo para satisfacer la voluntad de un hombre.
Conclusión: El Partido Republicano se encuentra en una situación de crisis y está perdiendo su potencial para gobernar de manera efectiva al servir a la voluntad de un solo individuo, en lugar de centrarse en sus valores y políticas tradicionales.