La discusión en la Asamblea Nacional sobre la ley de fin de vida es crucial y necesitada.
El debate debe ser serio, y mantenerse alejado del choque político y controversia.
Las fracturas políticas son relevantes, pero no deben dominar el debate.
Las emociones personales pueden desafiar las convicciones políticas; deben ser respetadas.
Es necesario escuchar todas las voces, incluidas las opuestas a la nueva ley.
Conclusión: Dudar y mostrar fragilidad frente a la muerte puede ser aceptable. Esto podría convencer a los que aún no han decidido de avanzar con la ley.