Bigard, el número 1 francés de la carne, respalda un culto al secreto que permite a la empresa operar libremente en el mercado, imponiendo sus reglas.
Esto ha llevado a explotar a los productores haciéndoles aceptar precios forzados, algunos incluso vendiendo a pérdida.
Los esfuerzos del ministro de economía, Bruno Le Maire para intervenir mediante la amonestación de industrias por incumplimiento de las leyes Egalim (que buscan proteger los ingresos de los productores) no han tenido impacto.
Grandes empresas del sector siguen beneficiándose de los vacíos y beneficios del sistema en total impunidad.
Conclusión: Las indignantes prácticas de Bigard y empresas similares han desencadenado una revuelta de los agricultores que merece más atención y debe llevar a un cambio en las prácticas y reglamentaciones.