El gobierno Attal se comprometió a tomar medidas de emergencia debido a la creciente presión por parte de los agricultores.
Se teme que las próximas medidas no aborden el problema subyacente de la crisis agrícola en Francia.
La convulsiva ira del colectivo agrícola podría ser apaciguada con promesas a corto plazo, pero los problemas profundos persistirán.
El sindicato agrícola mayoritario, la FNSEA, y el poder político han mantenido el status quo, impidiendo los cambios necesarios en la industria.
La FNSEA pide ser 'acompañada' en la transición, pero ha hecho lobbying durante años para evitar cambios significativos y necesarios.
Conclusión: Es esencial abordar el malestar en el sector agrícola de Francia, con cambios reales y duraderos, en lugar de soluciones temporales. No solo es necesario responder a las dificultades actuales de la profesión, sino también poner a sus representantes frente a sus responsabilidades.