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Editorial: Le Monde

  • Hay pruebas crecientes de la nocividad de los alimentos ultraprocesados en nuestras dietas, pero las políticas para combatir los problemas de salud causados por la comida chatarra no son suficientes.
  • El consumo excesivo de alimentos grasos, azucarados, salados o ultraprocesados amplifica el riesgo de enfermedades crónicas.
  • Los alimentos ultraprocesados aumentan la probabilidad de desarrollar varios tipos de cánceres, enfermedades inflamatorias, cardiovasculares, diabetes, obesidad, y perturbaciones hormonales.
  • El coste para la sociedad de las enfermedades relacionadas con la mala alimentación es enorme, lo que enfatiza la urgencia de aplicar políticas de prevención.
  • En lugar de responsabilizar a los individuos, la acción debe centrarse en la oferta de alimentos. La solución pasa por una mejor accesibilidad a los alimentos saludables y una mayor imposición a la comida chatarra.
  • Las multinacionales de la agroalimentación emplean tácticas de descrédito científico y producen estudios sesgados, al tiempo que insisten en el 'derecho al placer' del consumidor como contraposición a estrechar la libertad individual.

Conclusión: La verdad es que la comida chatarra, a través de las enfermedades que provoca, destruye más valor del que crea para la sociedad, y es tiempo de tomar medidas.