Un cuarto invierno de guerra se anticipa en las peores condiciones para todos los ucranianos.
Los ataques sistemáticos y brutales a las infraestructuras civiles ucranianas, principalmente energéticas, hacen del crimen de guerra la estrategia central de Moscú.
La asimetría militar y los recursos entre las partes son cada vez más evidentes, a pesar de la ingeniosidad ucraniana.
La determinación de Vladimir Putin para someter a Ucrania hace completamente ilusorias las negociaciones de paz mientras no se haga nada para cambiar el equilibrio de fuerzas desfavorable para Kiev.
Pervive la incertidumbre de Donald Trump, colocando a los europeos en la primera línea.
Los europeos se enfrentan a la guerra híbrida rusa que tiene como objetivo desalentar a estos países de compensar la deserción estadounidense.
Los casos de corrupción en el sector energético ucraniano son otra mala noticia que refuerza a aquellos en Europa que buscan complacer al Kremlin.
Conclusión: La intolerancia de Kiev hacia la corrupción es crucial para la unidad del país y el apoyo de sus aliados.