Elon Musk y Pavel Durov, dos titanes de las plataformas digitales, cedieron ante los reguladores de Estados democráticos.
En Brasil, después de un conflicto de varios meses, la Corte Suprema reanudó las actividades de la red social X, ex-Twitter, tras imponer una multa a Musk y bloquear las cuentas acusadas de difamación.
En Francia, Telegram, fundada por Durov accedió a cooperar con las autoridades judiciales tras la detención y el arraigo de Durov.
Telegram ahora cumple con las órdenes judiciales y ha implementado filtros selectivos avanzados en su motor de búsqueda interno.
Estos cambios muestran que Internet no es una tierra sin ley y puede doblegarse a las regulaciones existentes.
Esta secuencia confirma que los gigantes digitales, a pesar de su defensa de la libertad de expresión, son principalmente empresarios atentos a sus intereses económicos.