El Reino Unido, líder en normas internacionales de derechos humanos después de la Segunda Guerra Mundial, afronta una regresión significativa con la aprobación de la 'Ley de Seguridad de Ruanda'.
Esta ley declara a Ruanda como 'país seguro' para los solicitantes de asilo, contraviniendo una decisión previa de la Corte Suprema del país.
Planea la deportación de migrantes ilegales al mencionado país africano en lugar de permitirles solicitar protección en Londres.
El texto de esta ley apunta a desalentar la inmigración y evita apelaciones contra expulsiones.
La cuestión de la inmigración ha sido usada políticamente de forma cínica, centrada desde el voto del Brexit en 2016.
Es poco probable que el Primer Ministro británico evite el fracaso electoral previsto, relacionándose con una medida costosa, ineficaz y contraproducente a los derechos humanos.
La ley podría resultar en un fiasco similar al del Brexit, mientras que las expulsiones a Ruanda no van a disuadir a los migrantes que buscan una vida mejor.
Conclusión: Este regreso muestra un desafío importante para las democracias europeas y sus valores, discutiendo la necesidad de una gestión cooperativa e internacional de la migración en lugar de un enfoque unilateral y punitivo. La cuestión de los derechos humanos debe ser central en el debate.