Haití enfrenta una crisis de seguridad y gobernabilidad, reflejada en la renuncia del primer ministro, Ariel Henry, la amenaza de guerra civil y el control de los grupos del crimen organizado.
Ariel Henry, carecía de legitimidad popular y su mandato fue sostenido en gran medida por las naciones occidentales, principalmente los Estados Unidos.
La intervención de los países occidentales ha provocado desconfianza debido a sus pasadas acciones en Haití, incluyendo la propagación del cólera y abusos sexuales.
Forjar un consejo de transición en una capital dominada por pandillas y reconstruir la seguridad y el orden democrático son los retos inmediatos de Haití.
El problema del crimen organizado en Haití se entrelaza con cuestiones globales como el tráfico de armas desde los Estados Unidos y la influencia política de las pandillas.
Conclusión: El futuro de Haití necesita una intervención internacional, pero con una forma más eficiente que en el pasado, garantizando que los haitianos se sientan dueños de su destino mientras se gestiona de manera efectiva el crimen organizado transnacional.