Persisten denuncias y sospechas sobre la actividad de la planta de incineración de residuos de Tersa desde 2018.
Según una investigación de la Universitat Rovira i Virgili, los niveles de dioxinas y furanos en el entorno de la planta fueron inusualmente altos entre 2014 y 2017.
Las investigaciones judiciales y periodísticas revelan falta de control clave sobre la temperatura de la combustión de los residuos.
Los datos proporcionados por los gestionadores de Tersa han sido incoherentes e indicativos de errores significativos.
La alternativa a las fallas en el procedimiento es la posibilidad preocupante de la emisión tóxica real, sin detección ni respuesta adecuada.
El informe de la Guardia Civil sugiere que la planta podría estar poniendo en "riesgo" a la población debido a la exposición a contaminantes.
Conclusión: La falta de respuesta suficiente de los responsables del funcionamiento de la planta requiere ampliar la investigación judicial de los años en cuestión y garantizar que la planta está operando de manera transparente y segura.