Las dictaduras buscan maneras de mejorar su imagen, un fenómeno creciente con el poder económico de los petrodólares en deportes internacionales.
Arabia Saudita ha estado utilizando el 'sportswashing', invirtiendo miles de millones de dólares en acuerdos deportivos para lavar su imagen.
El príncipe Mohamed Bin Salmán lidera este esfuerzo para diversificar la economía saudí y desarrollar el país, utilizando el importante fondo soberano saudí.
A pesar de algunos avances, Arabia Saudita sigue teniendo un registro pobre en términos de derechos humanos, con un alto número de ejecuciones y la represión de las minorías.
La FIFA ha estado respaldando a Arabia Saudita, a pesar de su historial de derechos humanos.
El deporte debe proteger los derechos humanos y no ser utilizado como un vehículo para blanquear la imagen de regímenes autoritarios.
Conclusión: Es esencial que las entidades rectoras del deporte asuman la responsabilidad, protejan los derechos humanos y no permitan la manipulación política de los deportes por regímenes autoritarios, independientemente de los beneficios económicos que estos puedan ofrecer.