La IA posee un potencial masivo como aliado estratégico en sectores clave, aunque lleva consigo una considerable huella física y medioambiental.
Los centros de datos, esenciales para la IA, consumen enormes recursos energéticos. España atrae estas infraestructuras debido a sus reducidos costos energéticos.
Existe una carrera entre empresas tecnológicas para dominar el territorio de software inteligente, lo que ha aumentado su consumo de energía y agua, y sus emisiones de carbono.
Los modelos informáticos detrás de las herramientas inteligentes requieren ser entrenados con procesadores potentes, lo que aumenta la demanda de electricidad y agua.
El impacto medioambiental de los avances en IA es tan alarmante como sus riesgos percibidos y necesita ser abordado con urgencia.
Conclusión: Es imprescindible un desarrollo de IA sostenible que equilibre el progreso con un consumo razonable de recursos, asegurando que sirva al bien común sin comprometer nuestro medio ambiente.