La guerra en Sudán ha tenido devastadoras consecuencias para la población civil, con casi 10 millones de desplazados y refugiados.
La caída del dictador Omar al Bashir en 2019, condujo a ilusiones de democracia pero los militares se aferraron al poder, desestabilizando el proceso democrático.
El conflicto ha dejado la infraestructura básica del país destruida, atrapando a la población civil entre la violencia y el saqueo.
Las organizaciones humanitarias alertan que la mitad de la población del país se enfrenta a la escasez de agua, comida y medicamentos.
La financiación necesaria para la asistencia humanitaria a los desplazados y refugiados ha tenido una cobertura mínima, exacerbando la crisis.
Conclusión: Si la comunidad internacional no realiza un esfuerzo ajustado a la dimensión de la crisis, la indiferencia podría resultar en una tragedia humanitaria masiva. Los sudaneses merecen la oportunidad de tener un futuro.