Los aumentos de salario y la reducción de la jornada laboral no pueden lograrse por ley, sino aumentando la productividad.
Una disminución lineal de la jornada laboral aumentaría automáticamente los costos laborales, afectando la competitividad.
Las empresas más pequeñas serían las más afectadas ya que funcionan con márgenes menores.
Se debería buscar jornadas más cortas con medidas flexibles, adaptadas por sector y con reformas que incentiven la productividad.
El Gobierno tiene otra semana de negociación para decidir, teniendo la oportunidad de evitar actuar de manera precipitada.
Conclusión: Si bien existe el deseo de mejorar las condiciones laborales, las decisiones deben tomarse con cuidado para no poner en riesgo la competitividad de las empresas y la economía del país.