La cultura del odio de la organización terrorista ETA persiste en los espacios públicos del País Vasco y Navarra, evidente en las fiestas populares de verano.
Se señala un apoyo tácito a ETA por parte de EH Bildu con complacencia del Gobierno de España y del Gobierno vasco.
Se critica la pasividad de estas instituciones y la dependencia del PSOE del legado político de ETA.
Se subraya la actividad autónoma de las víctimas en la denuncia de actos de apoyo a ETA.
Son denunciadas las expresiones de apoyo a ETA y la denominación de los etarras encarcelados como 'presos políticos'.
Se critica la doble moral en la aplicación de leyes de memoria que sancionan la exaltación del franquismo pero no la exaltación de ETA.
La vía penal para abordar estos hechos se critica por ser infructuosa y las instituciones políticas se acusan de inacción.
Conclusión: El editorial critica la persistencia y normalización de la cultura de odio de ETA, sugiere una complicidad y falta de acción de las instituciones políticas y aboga por una mayor responsabilidad en la denuncia y tratamiento de estos hechos.