Las elecciones autonómicas vascas resultaron en un empate en escaños entre el PNV y EH Bildu, pero el PNV emergió como el vencedor en votos.
A pesar del desgaste sufrido por la gestión de la sanidad y la seguridad, el PNV tiene la oportunidad de reeditar su coalición de gobierno con el PSE.
El estancamiento del PNV es atribuible al sólido desempeño de su socio minoritario, que aumentó de 10 a 12 escaños.
El panorama político en la Cámara de Vitoria es preocupante, con tres cuartas partes de los escaños en manos de nacionalistas.
La alta votación de EH Bildu, partido político asociado a la antigua ETA, evidencia un agujero moral en los partidos constitucionales.
La mayoría nacionalista puede amenazar la convivencia entre vascos y entre vascos y españoles, planteando un escenario de ruptura y desigualdad.
Los partidos de Estado han fallado en ofrecer una alternativa política y cultural al nacionalismo.
Las elecciones neutalizan el riesgo del sorpasso de EH Bildu al PNV desde la perspectiva de la política nacional.
Conclusión: Aunque las cosas parecen permanecer inalteradas, en realidad no lo están; el País Vasco ha iniciado un cambio de época alarmante con este giro hacia el nacionalismo y separatismo, amenazando la cohesión y estabilidad de la región y de España.