La creciente tensión regional ha precipitado una intensa actividad diplomática en Occidente para evitar un conflicto a gran escala en Oriente Próximo.
La violencia reciente y el asesinato del líder de Hamas en Beirut han activado la alerta en la frontera entre Israel y Líbano, aumentando el riesgo de implicación del Hezbolá.
Los ataques de los hutíes de Yemen en el Mar Rojo, aliados de Irán, han alterado el comercio internacional elevando los costes del transporte, lo que impactará en los consumidores.
El aumento de la retórica beligerante de Irán tras los ataques del Estado Islámico, aumenta la probabilidad de tensiones adicionales e intervenciones violentas.
En este escenario, la diplomacia europea y estadounidense buscan contener la situación e involucrar a potencias como Turquía para mediar.
Conclusión: Esta serie de conflictos interconectados requiere una gestión cuidadosa y delicada para evitar un conflicto más amplio. Un alto al fuego y una solución de dos estados en Gaza podría ser un primer paso crucial hacia la estabilización de la región.