Siria permanece cerrada y en ruinas tras una brutal guerra civil iniciada en 2011.
Existe un desmembramiento social y una generación marcada por la tentación del exilio.
Bachar Al-Assad, con apoyo de Irán y Rusia, retiene el poder pero aún no controla todo el territorio.
Las sanciones impuestas por occidente, especialmente por los EE.UU., mantienen al país en un bloqueo económico.
El régimen sirio juega un papel negativo en el tráfico de drogas sintéticas en la región.
La reintegración simbólica de Siria en la Liga Árabe en 2023 no ha cambiado la situación del país.
Existe lassitud global, sobre todo de los países anfitriones de refugiados sirios.
Conclusión: A pesar del fin de la guerra civil, Siria está lejos de ser un país seguro y estable, aun enfrenta problemas significativos de soberanía, reconstrucción, y desplazamiento forzado.