La presencia del embajador de Francia, Pierre Lévy, en la investidura del presidente Putin sorprende dado las condiciones no democráticas de la elección.
Es paradójico que Francia envíe a su embajador a una elección que ha condenado.
La mayoría de países occidentales boicotearon la ceremonia, y aparte de Francia, ninguno del G7 estuvo representado.
La convocación del embajador francés al Ministerio ruso de Asuntos Exteriores antes de la ceremonia demuestra una política 'provocativa'.
La invasión de Ucrania por parte de Putin y la reciente amenaza nuclear contradicen la firmeza mostrada por Francia.
Conclusión: La asistencia del embajador francés a la ceremonia, sin coordinación con otros países europeos, parece más una ambigüedad que una estrategia.