Georgia es una república exsoviética revisionista a la membresía de la UE desde 2016 y tiene una relación estrecha con la OTAN.
El sentimiento europeísta de los georgianos choca con las posiciones prorrusas del partido gobernante, Sueño Georgiano.
El primer ministro recién resignado, Irakli Garibashvili, cambió su orientación a favor de Rusia, provocando protestas masivas.
El sucesor de Garibashvili, Irakli Kobajizde, ha continuado la misma política prorrusa.
El Parlamento de Georgia ha aprobado en segunda lectura una ley de 'agentes de influencia extranjera' muy similar a una de Rusia, provocando protestas.
La ley amenaza a las ONGs y medios de comunicación georgianos que defiendan derechos LGTBIQ+ y causen una opinión proeuropea.
Tanto la UE como EE.UU. han advertido que esta ley alejará a Georgia del camino de la integración europea.
La situación coincide con el acercamiento de Georgia a la UE desde 2018.
El conflicto en Ucrania ha llevado al régimen de Georgia a apoyar las posiciones rusas.
Rusia ocupa el 20% del territorio georgiano debido a las guerras pasadas y amenaza la estabilidad de la región.
Conclusión: La tensión entre la identificación con Europa y la influencia histórica rusa está polarizando a la sociedad georgiana, con Tiflis balanceándose entre las dos áreas de influencia.