Las reservas de agua en las cuencas internas de Cataluña están peligrosamente bajas, con solo 118 hectómetros cúbicos de los 700 posibles.
La sequía que afecta a la región desde hace tres años ha sido especialmente devastadora debido a períodos prolongados de calor y falta de lluvia.
El Gobierno de Cataluña no ha planificado adecuadamente para el estrés hídrico resultado del cambio climático.
Se han prometido inversiones para expandir las plantas desalinizadoras y construir nuevas plantas regeneradoras.
El alto costo energético de la desalinización es un reto a afrontar.
La falta de agua es un problema sistémico, requiriendo que todos adaptan sus hábitos de consumo.
Existe tensión a medida que se discute el trasvase de agua de Tarragona a Barcelona.
Conclusión: Es necesario adaptarse a la situación de escasez de agua, mejorar el aprovechamiento del agua, y manejar de forma justa y dialogada los conflictos emergentes entre sectores económicos.