Un tribunal de apelaciones de California decreta que un cuadro del pintor impresionista Camille Pissarro pertenece a la colección Thyssen y al Estado español.
A pesar de la decisión legal, el proceso sigue controversial ya que la familia Cassirer, primera propietaria, tuvo que vender la obra para escapar del nazismo en 1939 y planea apelar la decisión.
Se aplicó la ley española, no la californiana, determinando que la obra pertenece al Thyssen.
A pesar de la victoria legal, existen opiniones que España debería haber renunciado voluntariamente al cuadro, tras reafirmar su compromiso con los Principios de Washington sobre el arte confiscado por los nazis.
Los argumentos del Thyssen son poderosos; el barón Heinrich von Thyssen-Bornemisza compró la obra “de buena fe”, y los Cassirer fueron compensados por Alemania.
Continúa la pregunta sobre si es apropiado que España exhiba una obra que tuvo que ser vendida por su propietaria original, una víctima judía del nazismo.
Conclusión: Más allá de la legalidad, el caso del cuadro plantea una cuestión moral y ética ligada a la propiedad de arte confiscado por los nazis, un problema que ninguna sentencia puede cerrar.